Parece increíble que ahora ni nos hablemos. Pero no me importa. ¿Más amor? Del tuyo, no. No era ni amor, no lo podía rozar ni con la punta de los dedos. Me duele haberme enamorado,o creer que me había enamorado. Creerme todo lo que decías, ¡por favor!, insulsa de mí, me lo creo todo. Y no te echo la culpa, de hecho, nunca lo hago. La culpa siempre la tengo yo, no hay opción, ni siquiera duda. Al menos a pasado ya, ¿no? Ha pasado sin explicaciones, sin palabras, sin conversaciones cara a cara por cobardía. ¿A eso le llamas amor? Yo solía llamarlo, solo para poder sentirme un poquito mejor. Pero sabía que no lo era. Que mi corazón me latiera tan fuerte en el pecho era solo una ilusión, un engaño que me había impuesto la vida, y yo, cómo no, le seguí el juego. Jamás debí haberlo hecho, pero ya no podía dar vuelta atrás, yo ya estaba totalmente entregada a ti. Prometo no volver a hacerlo nunca más. No voy a volver a perder más días de mi vida preocupándome por si me miras o si no. ¡Estúpida niña! Yo que me creía princesa cuando rara vez me abrazabas. Abrazos poblados de engaño. Pero, ¿qué puedo hacer yo? Eres lo más cercano al amor que he sentido, por eso te sigo recordando al escuchar la palabra amor. Pero hace tiempo que te olvide, aunque tuve las serias dudas de si eso sería posible. Tonta de mí.
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