~ La bailarina holandesa Mata Hari dijo una vez: "La danza es un poema donde cada movimiento es una palabra"~
Su calzado apenas se veía en la lejanía. Las bailarinas tocaban la superficie negra de manera angelical. De hecho, decir tocaban era casi mentir, era ceñirse a la realidad cuando lo que hacía la chica era mágico. Ahora daba una vuelta. Y otra, y otra. El traje blanco ondeaba a cada elegante paso que daba, a cada vuelo que practicaba sobre el suelo. Cien pares de ojos la miraban, pero casi era imposible imaginarlo... ¡Era como si estuviera sola! Como si estuviera sola, sí, pero a la vez toda esa gente que la veía quería estar ahí. Las chicas querían jugar a brincar y ser princesas y los chicos subirla en sus fuertes brazos haciendo el más maravilloso porté. La bailarina seguía bailando. Daba igual cuánto supieras de ballet, eso no era ballet, era arte, era una forma de vida. Y nadie mentía diciendo que la perfección existía en esa sala. Una corona de flores coronaba ese moño rubio hecho al milímetro, los ojos a veces se cerraban para fundirse con el movimiento y la sonrisa se dejaba ver de vez en cuando, consiguiendo por fin mantener una amistad con la huella que la concentración deja siempre en las caras.
La bailarina siguió bailando en ese escenario que aunque se llenara seguiría siendo completamente suyo. Y todos, absolutamente todos, la siguieron mirando aunque esa bailarina no bailara para ellos. Bailaba para la paz, la libertad y el amor que transmitía en cada paso.
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