Distancia. Todo el mundo habla de ella para ser tan triste. Unos la lloran, otros la sienten y los llamados hippies dicen fumársela.
Yo supongo que soy de los que la lloran. Porque aunque el agua no haya caído aún por mis mejillas, una mueca triste se dibuja en mi cara. O tal vez sea de los que la sienten, porque nuestra distancia no la construyen los kilómetros como tal. Son las estúpidas circunstancias en las que el destino nos ha sumido.
¿Recuerdas aquellas mañanas en las que tus brazos calentaban los míos?¿Recuerdas aquellas charlas a medio día en las que me picabas y te hacías el mayor gracias al año que nos separa?
¿Recuerdas aquellos debates hasta el atardecer en los que la razón pasaba a un segundo plano y abundaban las risas?
¿Recuerdas esa foto casi abrazados que fue mi fondo de pantalla en todas partes hasta tiempo después de sacarla?
Porque yo sí que me acuerdo, y en el fondo, en una cajita apartada de tu corazón, sé que tú también. Odio la distancia. Porque sí, echo de menos tu manera de hacerme entrar en calor, tu manera de picarme, tu risa aguda y a veces hasta tonta y tu manera de casi abrazarme en las fotos. Y por supuesto, te echo de menos a ti.
Desde la amistad, el respeto y la nostalgia..
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