La noche helada escondía secretos, escuché tus pasos que se dirigían hacia un lugar lejos de allí. Todas las noches me dejabas con aquel insomnio del que parecía no escapar, sentía tu mirada clavada en mí. La oscuridad me iba tragando poco a poco, el amor me corroía por dentro, había llegado a estar atrapado en mi mente. Jamás adiviné cómo salir de allí. Respiraba sin hacer ruido, no me atrevía a parpadear, estaba tumbado mirando al techo, nunca pensé que fuera tan difícil salir de uno mismo. Ya no sentía aquellas ganas de sentirme libre, tampoco quería abandonar
El anhelo de tenerte cerca se convirtió en mi mayor prisión
Lo tenía allí, a mi lado, no recuerdo lo que ocurrió después, me desahogué en botellas llenas de alcohol, y sus efectos, pronto comenzaron a surgir. Caí en aquel suelo de cemento, sentí un dolor en la pierna y en el brazo, pero el dolor con el que más sufría, era el de mis sentimientos que muy pronto, abrirían una herida imposible de sanar. Me quedé allí, durante días, nadie acudió en mi ayuda. Sin embargo, ahora comprendía que las drogas tan solo aliviarían unos minutos, pero no arreglarían una vida. Me había adentrado en un mundo sin escapatoria. Tan solo podía arrepentirme de mis errores. Intenté levantarme, sin embargo, no pude hacerlo solo. Las drogas no me ayudarían más. Noté la mano de un amigo lejano, que emprendió el camino más duro de todos junto a mí. Intentar curar a un enamorado. Me dio el empujón que necesitaba, sin embargo, de la tristeza solo se puede salir uno mismo.
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