Una noche como tantas, con sus árboles sonrientes en dirección a la luna, con los pájaros silenciosos posados en algún árbol y miles de sonrisas en dirección a quien les atraía de verdad. Cientos de adolescentes bailaban al son de la música de aquella casa, todos, menos dos. Esos don andaban perdidos por el lugar, vagaban por la noche sin saber a donde dirigirse. Sin saber por qué.
ELLOS NO SE ABURRÍAN, SE QUERÍAN ALEJAR DE AQUEL ENSORDECEDOR RUIDO QUE TANTO HABÍAN ESCUCHADO EN SUS VIDAS.
Nunca huyes de dónde te pertenece estar |
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