Más allá de lo que solemos pensar


La chica andaba tranquilamente con cierto nervisosismo en su mirada de ojos grises. De vez en cuando, pronunciaba unas palabras que se quedaban en un susurro. Sus manos estaban colocadas en sus bolsillos de forma inquieta. Caminaba por entre las sombras de las calles más antiguas de la ciudad. Miraba a ambos lados y no muchas personas le dedicaban una sonrisa, ni siquiera una mirada. El mundo se había parado en ese momento, creía que en aquel barrio, no había vida, ni las farolas se encendían. Ya era tarde, ella era la única que sabía mirar más allá del físico de las personas. Podía entender los sentimientos de alguien con solo mirarle a los ojos. Podía saber la situación por la que pasaba una familia con solo sonreír al niño pequeño. Todo se componía de gestos, miradas y situaciones.
Ella era silenciosa, seguramente, nadie se había dado cuenta de su presencia, sin embargo, salir sola le inspiraba, podía ver mucho en solo una esquina o en una pared. Creía que cada objeto tenía una historia digna de conocer.
No solía hablar con nadie, la soledad le hacía verse invisible pero tranquila, sin embargo, ella también mostraba sus problemas  y dudas. Lo hacía de manera dustinta, se sentaba a observar los paisajes y allí, hablaba horas y horas. Los pájaros le cantaban, el viento le mostraba situaciones y el agua le reflejaba momentos. Ninguno le respondía a pesar de hablar, ellos solo le ayudaban o lo intentaban porque la única respuesta era pronunciada con sus palabras ya que nadie le iba a entender mejos que ella misma...
                    Sin embargo
    ¿la soledad nos ayuda a pensar?



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BY: Ferdinand Arjen
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