Hoy os traigo una breve historia que seguro que a más de uno le trae recuerdos, comenzaré simplemente diciendo que en una noche de amor que parecía comenzar de lo más extraña, conocí a un chico increíble del que todavía a día de hoy guardo un buen recuerdo.
Era principio de la primavera, todos los andaluces agolpados en la calle trataban de mostrar su arte a las damas que galantemente paseábamos como si la cosa no fuese con nosotros, tratando de dejarnos piropear tímidamente sin que se notase demasiado que estábamos encantadas de corretear la calle de un lado al otro viendo a los chicos sonriéndonos y cantándonos al son de las guitarras. Se estaba haciendo de noche pero el golpe de calor era un buen motivo para seguir en la calle, no había sido tan duro el invierno pero en cualquier caso se agradecían las piedras de la calle secas y ese olor a flores de jazmín que nos embriagaba el corazón.
Así conocí a Pedro en una noche de amor que aun hoy no soy capaz de saber bien como ocurrió, tras un hombre de espaldas anchas y guitarra en mano que tapaba al tímido muchacho que sentado en la cornisa de una ventana cantaba con una voz angelical una canción de amor que me cautivó desde el primer segundo, allí me quedé paralizada y atrapada en mis propios sentimientos sin saber que decir o a donde ir. Un empujón de las chicas que venían detrás me despertó de repente y volví en mí como si hubiese estado soñando, pero no era solo un sueño él seguía allí, cantando aquella canción llena de hermosos versos. Así comenzó nuestro amor, di media vuelta y ansiosa volví atrás y me puse junto a Pedro, escuché una y otra vez su tierna voz y aquellos versos de amor cantados que decían algo así como:
-Sirena mía, esa dulce mirada me envuelve y quieto, no puedo dejar de pensar otro pensamiento, que besarte y amarte y siento, que la vida se va si aquí no te tengo y que pronto la lluvia se llevará el destierro y aquí sin ti todo es invierno, ni flores rosas ni olor a jazmín ni mariposas si no estás tú, si no estás tú.
Una y otra vez repetía su canción y tras unos minutos unió mis manos a las suyas, fue mágico, inexplicable, me sentí allí, en aquella noche en la que escuche frases de amor que deseaba no tuviesen fin, lo siguiente que recuerdo fue lo que ocurrió en la habitación de aquella pequeña casa, sentí mis labios posarse en los suyos, el olor de su piel y su calor que traspasaba mi ser, nunca olvidaré esa noche de amor que me devolvió la vida y en la que aprendí a amar por primera vez.
Era principio de la primavera, todos los andaluces agolpados en la calle trataban de mostrar su arte a las damas que galantemente paseábamos como si la cosa no fuese con nosotros, tratando de dejarnos piropear tímidamente sin que se notase demasiado que estábamos encantadas de corretear la calle de un lado al otro viendo a los chicos sonriéndonos y cantándonos al son de las guitarras. Se estaba haciendo de noche pero el golpe de calor era un buen motivo para seguir en la calle, no había sido tan duro el invierno pero en cualquier caso se agradecían las piedras de la calle secas y ese olor a flores de jazmín que nos embriagaba el corazón.
Así conocí a Pedro en una noche de amor que aun hoy no soy capaz de saber bien como ocurrió, tras un hombre de espaldas anchas y guitarra en mano que tapaba al tímido muchacho que sentado en la cornisa de una ventana cantaba con una voz angelical una canción de amor que me cautivó desde el primer segundo, allí me quedé paralizada y atrapada en mis propios sentimientos sin saber que decir o a donde ir. Un empujón de las chicas que venían detrás me despertó de repente y volví en mí como si hubiese estado soñando, pero no era solo un sueño él seguía allí, cantando aquella canción llena de hermosos versos. Así comenzó nuestro amor, di media vuelta y ansiosa volví atrás y me puse junto a Pedro, escuché una y otra vez su tierna voz y aquellos versos de amor cantados que decían algo así como:
-Sirena mía, esa dulce mirada me envuelve y quieto, no puedo dejar de pensar otro pensamiento, que besarte y amarte y siento, que la vida se va si aquí no te tengo y que pronto la lluvia se llevará el destierro y aquí sin ti todo es invierno, ni flores rosas ni olor a jazmín ni mariposas si no estás tú, si no estás tú.
Una y otra vez repetía su canción y tras unos minutos unió mis manos a las suyas, fue mágico, inexplicable, me sentí allí, en aquella noche en la que escuche frases de amor que deseaba no tuviesen fin, lo siguiente que recuerdo fue lo que ocurrió en la habitación de aquella pequeña casa, sentí mis labios posarse en los suyos, el olor de su piel y su calor que traspasaba mi ser, nunca olvidaré esa noche de amor que me devolvió la vida y en la que aprendí a amar por primera vez.
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