Escuché retumbar en mis oídos el sonido de los golpes que le daban a la puerta desde el otro lado de la habitación, el chirrido de la puerta que se habría se escuchaba algo sombría.
Me percaté que la chica a la que esperaba,
sola no estaba.
Sin dudarlo un segundo me presenté,
e inconscientemente me hipnoticé.
Mis labios no pudieron evitar el besar sus mejillas en aquel amplio balcón en el que me sentí de maravillas.
El ambiente se tornó ligero al entrar a esa churuata,
en la que me sentí como en casa.
De un instante a otro,
me tomó desprevenido,
me cautivó con su mirada,
como a un niño enternecido.
Esos ojos de un hermoso color,
que no dejaba de mirar aun sintiendo pavor.
Me percaté que no eran naturales,
al sumergirme en sus pupilas que no eran nada normales.
Despertó ese “algo” en mí y me sorprendí al verla salir,
salir de la habitación numero trece,
en la que sentí como ese “algo” crece y crece.
Sabía que no debía estar pasando,
pero no pude evitarlo estaba bailando,
la tomé por la cintura y le susurré al oído,
es primera vez que lo hago te invito un trago.
Nuestro mundo daba vueltas en esa pista de baile,
bajo los efectos del alcohol mi respiración se hacía densa,
al momento de sentirla cada vez mas cerca,
nuestros rostros se acariciaban mutuamente,
y un beso fue lo que continuó ciertamente.
Un beso que no pude mas tarde alargar,
pues por los efectos del alcohol me deje llevar.
Solo pienso en el día en el que vuelva a
tenerla cerca, para susurrarle al oido, que
me gusta y que la quiero aunque no lo parezca.
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