"Yo no lo logré, doctor", contestó la señorita Susi. "Fué su habilidad, su gran bondad", titubeó y luego continuó: "sus cuentas son siempre tan pequeñas doctor, y aun tengo que recordarle que me las envíe. No tengo mucho, pero quiero pagar. Por favor, no lo olvide y dígame cuánto le debo".
El cirujano asintió con la cabeza rápidamente: "No lo olvidaré". Dos días después, la señorita Susi recibió la cuenta. El total era tremendamente alto, pero cruzando la hoja en la parte de abajo, la mano firme del doctor escribió estas palabras: "Pagado de sobra con una afable personalidad".
Todos los días tenemos numerosas oportunidades de ser generosos, especialmente con aquellos que lo necesitan. Deberíamos ser generosos no sólo con dinero, sino con nuestro tiempo y esfuerzo.
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