Cuando el sol ha puesto su luz en su lecho de mar para descansar de tanto dar, es que me dispongo a responder tu misiva... esa dulce nota de amor que me has dedicado, y respondo con el mismo sentimiento.
Debo decirte en primer término, que los amores que se gestan como el nuestro están condenados a morir, a menos que le pongamos mucho... muchísimo de nosotros, y he aquí mi intención, por lo demás, truncada por una decisión que no salió de la férrea voluntad que tengo de sostener lo que creo vale la pena sostener.
Aún así las cosas, el sueño que rodeó nuestras largas charlas, nuestros silencios, nuestros fructíferos desvelos, considero, valen lo que este adiós temprano nos cuesta, ya que el aprendizaje ha sido edificante, al menos para mí, y ha servido para que los dos tengamos un motivo para llenar horas vacías con dulces recuerdos.
No dejaré pasar esta buena ocasión para repetirte que te amo, como siempre te lo he dicho... con el alma en la voz, con el corazón en las letras, y con ese sabor frutal que tus besos me han dejado.
He cuidado cada palabra que te he dicho para no rasgar tus banderas... para no exhibir las mías... porque nada de eso tiene que ver con mis sentimientos hacia ti, mujer de aromas de jazmín... noble como mi tierra... incólume como los farallones que desafían la furia del Atlántico, sin dejar de mostrarse altivos, sólidos... detrás de la bruma.
He sido bálsamo suave y tibio, tratando de aplacar con mieles de amor tus pasiones contenidas...
Pero es ese apasionamiento... esos arcaicos dolores que no causé, esas heridas viejas que aún sangran en ti... esos modelos que no se me parecen y que han socavado tu confianza, los que te llevan hoy a alejarte de mí, y ante esto, mujer, quiero decirte que una vez los Montesco y los Capuleto vieron también sucumbir vanas sus bélicas razones ante el amor de Romeo y Julieta, y allí es donde debieras poner tus pasiones... en lo sostenible.
He sido bálsamo suave y tibio, tratando de aplacar con mieles de amor tus pasiones contenidas...
Pero es ese apasionamiento... esos arcaicos dolores que no causé, esas heridas viejas que aún sangran en ti... esos modelos que no se me parecen y que han socavado tu confianza, los que te llevan hoy a alejarte de mí, y ante esto, mujer, quiero decirte que una vez los Montesco y los Capuleto vieron también sucumbir vanas sus bélicas razones ante el amor de Romeo y Julieta, y allí es donde debieras poner tus pasiones... en lo sostenible.
Mujer, el amor siempre es una razón sostenible y supera toda fuerza, incluso la de las ideologías... las razas, los credos... y hasta el peso de la reputación.
Sólo la dignidad es más fuerte que el amor... por eso es que acepto esta distancia.
Porque no es digno mendigar amor... porque no enaltece suplicar por sentimientos.
Puede que me tildes de orgulloso, pero, no lo niego, estoy orgulloso de ser quien soy, y de guardar hacia ti estos sentimientos, y si me sientes lejos, tal vez sea a causa del respetuoso silencio que he decidido guardar ante tus decisiones.
Porque no es digno mendigar amor... porque no enaltece suplicar por sentimientos.
Puede que me tildes de orgulloso, pero, no lo niego, estoy orgulloso de ser quien soy, y de guardar hacia ti estos sentimientos, y si me sientes lejos, tal vez sea a causa del respetuoso silencio que he decidido guardar ante tus decisiones.
No te juzgo... antes bien, prefiero guardar de ti este dulce recuerdo que tengo, y que atesoro como una joya que brilla con destellos sublimes.
Todo esta justificado con tu ejemplo de vida, con tus ideales limpios y justos, que me garantizan que un día, cuando las heridas hayan cicatrizado y la paz impere por sobre las ambiciones mezquinas de la humanidad, entenderás él porqué de mi silencio, de mi distancia, que no existe en la realidad... porque seguiré acompañando tus pasos, en silencio.... pero estaré allí, donde las cosas del amor se te ofrecen sin medida, y sólo tienes que decidirte a tomarlas, sin analizar el entorno, sin pensar... sólo sintiendo.
Todo esta justificado con tu ejemplo de vida, con tus ideales limpios y justos, que me garantizan que un día, cuando las heridas hayan cicatrizado y la paz impere por sobre las ambiciones mezquinas de la humanidad, entenderás él porqué de mi silencio, de mi distancia, que no existe en la realidad... porque seguiré acompañando tus pasos, en silencio.... pero estaré allí, donde las cosas del amor se te ofrecen sin medida, y sólo tienes que decidirte a tomarlas, sin analizar el entorno, sin pensar... sólo sintiendo.
Se feliz, y cuida bien de los que te aman, hazte luz para que no se pierda el camino y que todos los que te rodean tomen tu ejemplo...y todos sean luces en el mundo, y no te preocupes por mi corazón, porque seguirá latiendo... pretendiendo nombrate a cada segundo... y así ser eterno como las olas que bañan esas playas que añoras.
Con todo el amor que vive en mi...
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