Señor ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes
y a no decir mentiras uniéndome a los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la felicidad.
Si me das fuerzas, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame a ver el otro lado de la medalla.
No me dejes inculpar de traición a mis amigos
por tener distinta opinión.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo
y a juzgarme como los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo,
ni en la desesperación si fracaso,
más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es lo más grande del fuerte
y que el amor a la venganza es la primera señal de debilidad.
Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito, déjame la fuerza
para triunfar desde el fracaso.
Si yo faltare a la gente, dame el valor para disculparme,
y si la gente faltare conmigo, dame valor para perdonar.
Señor, si El se olvida de mi, que yo no lo olvide jamás.
y a no decir mentiras uniéndome a los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la felicidad.
Si me das fuerzas, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame a ver el otro lado de la medalla.
No me dejes inculpar de traición a mis amigos
por tener distinta opinión.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo
y a juzgarme como los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo,
ni en la desesperación si fracaso,
más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es lo más grande del fuerte
y que el amor a la venganza es la primera señal de debilidad.
Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito, déjame la fuerza
para triunfar desde el fracaso.
Si yo faltare a la gente, dame el valor para disculparme,
y si la gente faltare conmigo, dame valor para perdonar.
Señor, si El se olvida de mi, que yo no lo olvide jamás.
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